Leila, francesa de nacimiento pero de raíces musulmanas, sólo tenía veinte años cuando le presentaron a su futuro esposo. Atrapada entre dos culturas, su vida se convirtió en un infierno. Recibía palizas, insultos y humillaciones de sus padres y hermanos, y después de su marido y su suegra. Sus palabras denuncian el horror que padecen millones de mujeres, también en Occidente.