Impreso por primera vez en forma privada en París, en 1931, y por fin reeditado recientemente a plena luz en los Estados Unidos, Señorita Tacones Altos, cuyo autor sigue queriendo permanecer en el anonimato, narra la historia de un joven hermafrodita de dieciocho años, nacido en una familia inglesa de clase alta. A instancias de su hermanastra, el narrador cuenta cómo él, Dennis Evelyn Beryl, se convirtió en Denise, la 0201C;Señorita Tacones Altos0201D; del título.
Su padre soñaba con que un día Dennis fuera ministro, e incluso Primer Ministro. Sin embargo, a la muerte de éste, Dennis cae bajo la influencia de su hermanastra, Helen, quien descubre sutilmente sus secretas fantasías. Esta se las arregla para que Dennis sea enviado a un colegio de jovencitas durante dos años. Allí lo mantienen alejado de los espejos y lo convierten en una hermosa joven.
A su regreso a la mansión familiar, lo visten con delicados rasos y sedas, lo cubren de joyas y lo calzan con zapatillas adornadas de hevillas de brillantes : pasa a ser un 0201C;fetichista del pie0201D;. Bajo la supervisión de Miss Priscilla, la vieja ama de llaves, nuestro(a) protagonista es iniciado así en los placeres exquisitos del látigo y las varillas de abedul 02014;así como a someterse al ingenioso castigo de la caja de espejos02014;. Dennis acaba abandonándose totalmente a los caprichos de Helen y de sus aristócratas amigas.
Con el tiempo, Dennis cae en la cuenta de cuán más placentera es su vida desde que es mujer y, por su propia voluntad, entrega su nombre, su fortuna y su vida a Helen, quien, como prueba final de su sumisión, le obliga a escribir estas memorias.
Se trata de un libro insólito que, pese a lo aparentemente escabroso del caso, refleja una inmensa sensibilidad por la delicadeza con que se narran los hechos, y es sin duda una de las obras literarias que mejor describen esas naturales tendencias sexuales 02014;que solemos rechazar y condenar en nuestras mentes inhibidas y abotargadas de prejuicios02014; que son el transexualismo, por una parte, y el fetichismo, por otra.