«Con los brazos en cruz y la cabeza apenas ladeada, giraba una y otra vez sobre mí mismo. Giro tras giro, abandonaba la mente y sondeaba verdades insospechadas, naturalezas embriagadoras. Ante mí, la realidad se desmoronaba para dar a luz otra distinta donde las costumbres perdían su sentido, los conocimientos ordinarios se revelaban inútiles y los anhelos se fundían en uno solo: hallar el origen, el principio de todo, el secreto del corazón.»
El derviche, con sus giros purificadores, enseña a vaciar la mente de deseos para llenar el corazón de bondad y compasión. De la mano de este guía espiritual, Raúl comenzará un periplo que le llevará de París a Grecia, de Estambul a la India, en busca de vivencias místicas. Inmerso en ese
peregrinaje, se despojará de su falso ego y abrazará la armonía vital.