Érase una vez en una casa de la calle Egipto un conejo de porcelana llamado Edward Tulane. Edward estaba orgulloso de sí mismo, y con razón: su propietaria, una niña llamada Abilene, lo trataba a cuerpo de rey y lo idolatraba. Pero un día, Edward se perdió. ¿Y qué sucede entonces? Lector, es tu destino averiguarlo.