Estos escritos satíricos reflejan, con la habitual sabiduría de inteligente humor de Woody Allen, la esencia misma de las preocupaciones que acostumbran a obsesionarle: Dios, la muerte, el amor y el sexo. Sigue sorprendiendo la enorme capacidad de Woody Allen para reírse, y hacernos reír, de nuestra propia torpeza en el momento de enfrentarnos precisamente con aquellos problemas que más hondamente nos afectan. Y comprobamos, una vez más, cuán gratificante es recobrar un poco, en este acelerado mundo nuestro, la serenidad que tan saludablemente nos insufla el infrecuente ejercicio del humor.