El mundo es un lugar cada vez más caliente, plano y abarrotado. El calentamiento global, el extraordinario aumento de la clase media en todo el mundo y el rápido crecimiento demográfico convergen de tal manera que podrían hacer de nuestro planeta un lugar peligrosamente inestable. Se están reduciendo las reservas de energía, se intensifica cada vez más rápido la extinción de plantas y animales, está aumentando la pobreza energética, que a su vez refuerza la dictadura del petróleo y se acelera el cambio climático.
Cómo nos enfrentemos a estas tendencias globales determinará la calidad de la vida de nuestro planeta en el siglo veintiuno. Para Friedman la solución es romper con el pasado y llevar a cabo una verdadera revolución. Una revolución «verde», basada en la innovación y una serie de medidas gubernamentales para promover el desarrollo económico y social responsable desde el punto de vista energético. Y la tendrá que liderar Estados Unidos 02014;en gran parte responsable de la situación actual02014; por el bien de sus ciudadanos, su economía y su seguridad. Y por el bien del planeta.