Adolf Hitler quemaba libros... y leía El Quijote, Robinson Crusoe y Shakespeare. La destructiva ideología del dictador alemán se formó a partir de su biblioteca privada. El autor de esta obra, Timothy Ryback, nos descubre que una interpretación particular del poema de Ibsen, Peer Gynt, moldeó la ambición despiadada del líder nazi, y que admiraba El judío internacional, el tratado antisemita de Henry Ford. Ryback muestra cómo las lecturas de Hitler sobre religión y ciencias ocultas alimentaron su creencia en la providencia divina, o el proceso por el cual las palabras de Nietzsche se metamorfosearon en los infames lemas nazis.