LOS CUENTOS

Por primera vez en castellano, todos los cuentos de un escritor norteamericano imprescindible.

Cuando Leonard Michaels murió en 2003 a los setenta años, la crítica reivindicó su obra como una de las más brillantes aportaciones a la narrativa norteamericana del último tercio del siglo XX. Contemporáneo de Philip Roth, Michaels destacó sobre todo en el cuento, género que actualizó y renovó, dotándolo de una intensidad y una elevación pocas veces igualada.

Los cuentos aquí reunidos conforman un mosaico de vidas y momentos urbanos a lo largo de los años sesenta y setenta. En sus primeros y frenéticos relatos, Michaels indaga con valentía y humor negro en las relaciones sentimentales, en el sexo y la destrucción. Y al final, en las llamadas \'historias de Nachman\', protagonizadas por un mismo personaje, las preocupaciones son ya de orden moral, engastadas en un estilo más sobrio y trasnsido de despedida. En conjunto, todas estas piezas constituyen una de las grandes novelas americanas del siglo XX.

«Cada página de Michaels demuestra su extraordinario talento»
WILLIAM STYRON

Reseñas:
«El hechizo eterno de un autor que en los 70 deslumbró por la calidad y el atrevimiento de su prosa, [...] llamado a ser uno de los grandes de su generación. Por su oído para el ritmo de las frases, por esa obsesión con la palabra exacta, por extravagancias como la que le llevó a querer demandar a un crítico que le había dedicado una reseña negativa y también por su origen judío, a la altura de autores como Saul Bellow o Philip Roth.»
Jaime G. Mora, ABC

«Una suposición arriesgada y extravagante: si Franz Kafka hubiera sobrevivido a la tuberculosis y luego al nazismo [...] habría escrito cuentos parecidos a los de Leonard Michaels. O quizá simplemente habría celebrado como un lector más los cuentos de Leonard Michaels. [...] Cuentos nacidos del contraste entre la herencia judía y el festival de excesos que trajeron los años 60 en Nueva York. [...] Esta es la tradición de Leonard Michaels y sus cuentos le sitúan en lo más alto.»
Jordi Puntí, El Periódico