Un accidente vascular sumió al autor en un coma profundo del que emergió afectado por el «síndrome de cautiverio» pero con las facultades mentales intactas. Mediante el parpadeo de su ojo izquierdo fue capaz de dictar esta breve pero inmensa obra sobre los límites de la dimensión humana, en la que deja constancia de su existencia y de sus reflexiones.