Un thriller singular ambientado en la Argentina convulsa donde la corrupción criminal es ley de vida.
Aviso de lectura
Empezaremos con un Aviso para libreros: ¡Atención! El autor, aunque se llame Milo (como la Venus, por cierto) y aunque tenga ese apellido que no acertamos a pronunciar, nació en Barcelona, es decir: al menos por el momento conviene colocar su novela en «Narrativa española». Gracias. Ni él ni su padre ni sus abuelos tienen la culpa de llevar este apellido que suena a guerra de los Balcanes. Este editor certifica que no ha matado a nadie. Dicho lo dicho, hemos de confesar que ha escrito un extraño thriller; polvos, sudor y sangre, el Cid cabalga. Extraño, porque no transcurre en Nueva York ni los personajes parecen monigotes pintados por Tarantino. A pesar de sus nombres, tal eslavos, son hijos, un poco bastardos eso sí, de la madre patria.
La cosa va de esto: «Llegué al lugar de madrugada, en auto, del modo en que uno debería siempre enfrentarse por primera vez a una ciudad argentina. Y puede que también a las del resto del mundo, pero eso sigo sin estar en condiciones de asegurarlo. Nunca salí de este país, lo que me dispensó el privilegio de verlo hundirse una y otra vez en la mierda. Y de hundirme a su lado, que las grandes fidelidades están para eso, para hacerte la ilusión de que hay alguien en condiciones de salvarte y acabar ahogándote de todos modos, sí, pero en compañía. Es la gran virtud de Argentina, que jamás te deja solo. Las miserias son compartidas o no son».
Ya ven: algo semejante a lo que pronto podremos encontrar a la vuelta de la esquina si la crisis se ahonda e inunda nuestros apacibles chalets hipotecados.
Críticas:
«Krmpotic' ha escrito un buen segundo libro que nos recuerda lo que ya se puso en evidencia en Sorbed mi sexo. Un trayecto a las vidas de Paul Boissel (Caballo de Troya, 2005), novela con la que debutó: que aquí hay un escritor. Merece la pena que se asomen.»
Elvira Navarro, La tormenta en un vaso
«Crímenes y delitos y violencia y policías e intriga que se aclara muy al final como resolución del misterio o suspense se encuentran en Las tres balas de Boris Bardin, pero la exposición de ninguna manera sigue las pautas previsibles. Krmpotic' es un esmerado artesano del sugerir, insinuar, decir con medias palabras, o, mejor, de no decir lo que ocurre como lo haría una crónica periodística de sucesos.»
Santos Sanz Villanueva, El Cultural de El Mundo