«El humano puede ser feliz.» Con esa afirmación arranca la travesía a la que nos invitan estas páginas, una travesía que recorre los temas que desde el principio de los tiempos han inquietado al ser humano, que se detiene en los pilares de la filosofía occidental con una mirada atrevida, y cuyo destino final no es otro que una reflexión abierta sobre la felicidad, el dolor o la muerte y la posibilidad de mejorar nuestra existencia a través del conocimiento.
Partiendo de la idea de que la felicidad es ausencia de dolor y que sólo en una sociedad democrática es plausible el bienestar, Rogeli Armengol establece un apasionante diálogo con la tradición y el presente, con la historia y la ética, con las filosofías de Sócrates, Kant o Freud y con la literatura de Homero, Sófocles o Shakespeare. Un diálogo que a veces se convierte en discusión y que, si bien recoge la sabiduría de los grandes pensadores, no duda en cuestionarlos cuando es necesario. ¿Por qué Aristóteles defendió la esclavitud? ¿No ha erigido la filosofía occidental una ética errónea cuando no ha tenido en cuenta el dolor?
A la vez que examina estas incógnitas, Armengol nos revela algunas de las claves para llevar una buena vida: «La persona feliz no es aquella que consigue y satisface sus aspiraciones, sino quien es capaz de soportar la frustración y corregir el camino emprendido». La conclusión a la que llegamos es que conocerse y respetarse a uno mismo posibilita el conocimiento y el respeto de los demás. Sólo si somos capaces de salir del laberinto de nuestros errores entenderemos que la felicidad se cifra en el presente de lo ya conseguido y en los logros cotidianos más que en el futuro de las aspiraciones.