Una tarde, Rosa Montero intentó recordar el dibujo de las baldosas de la casa de su niñez. Aquéllas habían sido los abismos secretos de sus juegos de niña. Pero el dibujo se había perdido para siempre, como su infancia. Abrumada por el olvido se preguntó: «¿Qué pasaría si hubiera un mundo que sólo existiera si alguien lo pensase?», y de esta idea nació Temblor.