Las reglas por las que se ha regido el mundo los últimos años han caducado. Los «tiburones» que tanto abundaban, a los que tanto se aplaudía y que tanto daño han hecho, han muerto, pero ellos no se han dado cuenta. Creen que sus códigos siguen vigentes, pero han dejado de ser el modelo a seguir.
La pregunta es ahora: si los tiburones han muerto, ¿quién va a ocupar su sitio? Y de eso trata este libro, de los valores y los comportamientos con los que se deberían manejar las personas en su vida y en su trabajo. Frente a los gurús que promueven que para llegar a algo el único camino es ser más inhumano que los que te rodean, que o comes o te comen y que los principios morales son un lastre para el progreso personal, la vuelta a los valores se intuye como un movimiento inevitable, ya que el éxito no es producto ni de la casualidad ni de la suerte y mucho menos de la maldad.
Los logros que hacen a las personas felices, los realmente importantes, son siempre el resultado del esfuerzo y de la determinación y para alcanzarlos no es preciso renunciar a los principios, más bien todo lo contrario: solo siendo una persona leal, prudente, generosa y honrada se alcanzan las metas realmente valiosas.