Un exiliado chileno que trabaja en la Cruz Roja de Estocolmo regresa a su país arrastrando sus fantasmas del pasado y del presente.
Aviso de lectura
La maravillosa historia de Peter Schlemihl, el hombre que perdió su sombra es el título de una novela de Adelbert von Chamisso que cuenta una fábula fáustica, absurda y siniestra. Pero la de René, el protagonista de esta segunda novela de Iosi Havilio -si no leyeron la primera, Opendoor, no se la pierdan (fue un éxito pero quedan existencias en el almacén)-, es una tragedia inversa: no puede librarse de ella ni encuentra diablo que se la compre. Una sombra que es plural y un rosario de culpas que el tiempo no disuelve. En los años setenta -golpe de Estado contra Allende- viajó a Suecia y allí permanece desde entonces, entre el exilio, la soledad y los amores desgarrados, humillantes e infelices. Huyendo de uno de ellos -un amante sádico, atractivo y nada sentimental- regresa en misión humanitaria a Chile en compañía de una pareja de jóvenes colaboradores. Regresar nunca es fácil pero lo peor es tener que subir a un avión: volar es un vía crucis para él (la verdad es que sobrevolar los Andes impresiona a cualquiera, y más si uno conoce aquella historia de accidente, extravío y canibalismo). Pero regresa y otras sombras le aguardan. No les cuento todo porque uno de los autores que publiqué recientemente, Roberto Enríquez, me echó una bronca por contar el final de su novela. Bueno, pues eso, que de guatemala a guatepeor y de ahí a lo peor de lo peor: la sensación estúpida y terrible de que el miedo y la ofensiva sin venganza anidan en nuestro yo, viajan con nosotros y no nos dejan ni vivir ni morir en paz. La novela de un ángel caído, y sabemos que, lo dijo Rilke, todo ángel es terrible. Léanla, para que no se les olvide.