En las miserias de los adultos, los niños que no las entienden son breves luciérnagas que brillan quedamente en la noche, son la única esperanza que queda, porque se tienen a sí mismos.
«La lectura de Luciérnagas no nos aporta información sobre nuestra guerra civil ni emite argumentos a favor de una opción política determinada 02014;tal vez no exista la literatura de género, pero esta novela, además de figurar entre las buenas, sólo pudo escribirla una mujer02014;, nos cuenta como mucho las vivencias de una muchachita retraída y extraña, silenciosa y apasionada, una hija de familia (imposible no ver en ella semejanzas con la autora), en la turbamulta desenfrenada y delirante de una guerra fratricida, donde aprenderá entre otras cosas el amor (Luciérnagas es una peculiar y hermosa historia de amor total, capaz de transportar a personas de origen social radicalmente distinto e irreconciliable a un mundo en que los dos pasan a ser uno).»
02014;Del prólogo de Esther Tusquets