Con una audacia solo al alcance de los grandes maestros, Moravia sorprende al lector una vez más en El hombre que mira con su capacidad de renovar el planteamiento de los temas clásicos, en este caso la lucha del hijo contra el padre o la del amor idealizado frente a la pulsión sexual.
Un adulterio fuera de lo común sirve a Alberto Moravia de pretexto argumental para conducir al lector a zonas poco exploradas del alma humana. La brillantez de su prosa traza el retrato de un universo cerrado, dominado unas veces por el exhibicionismo y otras por una curiosidad peculiar, aquella en la que el hombre que mira renuncia a llegar al fondo de las cosas porque, de conocer la entera verdad, perdería el irrenunciable placer de mirar.
Manuel Vázquez Montalbán dijo...
«Literatura como trasunto de la cultural del desamor.»