El retrato de una mujer universitaria durante los años más oscuros del franquismo.
Aviso de lectura
Una mujer intenta ser libre, independiente, mujer y razonablemente feliz en aquella España de los años cincuenta: sindicatos verticales y bigotillo chulesco de funcionario falangista o de poeta garcianietero; recatadas residencias de estudiantes más o menos universitarias; sexo con poco sexo, con mucho decoro y escaso frenesí; mucha iglesia, economías enjutas y aburrimiento de domingo por la tarde; el empleo oficial como horizonte; el cordón de mi corpiño, mi niño, que no te lo puedo dar y el matrimonio católico como unidad de destino en lo universal. Todo muy de época, muy de posguerra civil, medias de nilón y faldas topolino, muy kitsch a la española.
Pero Constantino -me dice mi jefe, más con recochineo que con enfado- ¿a quién canastos* puede interesarle hoy una historia semejante y que ya de alguna manera nos contó entre retahílas y visillos Carmen Martín Gaite? Pues a todas y a todos -le digo-, que todos somos hijos e hijas de esa España negra que nos parió por más que ahora nos guste reinventarnos con unas genealogías posmodernas en clave de tinte azul de Lucía Bosé. Rasca un poco por debajo de esa patria de Rouco, Bono, Rita Barberá o la Botella, y ya verás cómo aflora, eterna, la intolerante estupidez que esta historia retrata con el tajo cruel que es marca del estilo de la autora. Te juro -añado- que, a Elizabeth Costello, el trato que soporta el animal mujer en esta novela le habría dado para más de seis conferencias. Y fue así como mi jefe, a quien le provan Coetzee y sus dicciones, aceptó mis argumentos y diome licencia para editar este fracaso. Inevitable.
(*) Canastos: exclamación pintoresca muy propia de los años cincuenta y que tuvo su momento álgido con el éxito de la canción de igual título interpretada por Luis Mariano: «Señorita / hace tiempo que la espero / soportando el aguacero / por decirle que la quiero / aunque usted no lo permita. / ¡Ay, canastos! / ¿Qué me responde usted? / Con el amor no se juega, / ¡ay, canastos! / qué es peor, / porque el amor, cuando llega, / es, ¡canastos!, lo mejor.» (http://www.redkaraoke.es/canciones/Canastos/13554)
Reseña:
«Los años más oscuros del franquismo seguirán siendo una fuente inagotable de inspiración para distintos autores que sufrieron sus consecuencias, ya sea de manera directa como indirecta. El fracaso inevitable reutiliza aquel contexto para proponer una novela que, sin embargo, excede las circunstancias históricas: su trama, atrapante y exquisitamente escrita, vale por sí sola.»
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