El hombre que, con ¡Indignaos!, inspiró a millones de personas nació en Berlín en octubre de 1917, hijo de dos espíritus libres, el escritor de origen judío Franz Hessel y la pintora Hélène Grund. Ambos formaron con Henri-Pierre Rocher el célebre trío que retrató Truffaut en Jules et Jim.
Creció y se formó en París, desde donde, en 1941, viajó a Londres para unirse a la Resistencia del general De Gaulle contra la invasión nazi. Detenido y brutalmente interrogado por la Gestapo, fue deportado al campo de exterminio de Buchenwald, del que logró salir tras intercambiar su identidad con la de un preso ya fallecido.
Tras la segunda guerra mundial, en 1948, participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, e inició una carrera diplomática que le llevó a la Indochina francesa, Argel y Ginebra, y asumió tareas de mediador en situaciones extremas, como en Burundi en 1994, en vísperas del genocidio en la vecina Ruanda. Una dilatada labor reconocida en 1981 con la dignidad de embajador de Francia.
Estas memorias, escritas con una sinceridad que emociona, pero siempre con pudor, desvelan a un personaje de convicciones profundas y corazón generoso, de elevada estatura moral, y convierten su testimonio en un verdadero baile con el siglo XX. Un baile que concluye con una pregunta esperanzada, pero también inquietante: «¿Conocerán nuestras sociedades una nueva alba o un crepúsculo definitivo?».