"Quien es capaz de escribir un gran libro no se merece estar entre rejas. Eso debieron de opinar Cocteau y Sartre cuando defendieron a Genet, y tantos otros intelectuales que, a veces sin conocer bien los hechos delictivos de sus protegidos, se lanzaron a una cruzada para liberarlos. No me considero inmune a la fascinación por los fuera de la ley. ¿Burroughs mató a su mujer jugando a Guillermo Tell? ¿Álvaro Mutis estuvo en la famosa cárcel de Lecumberri por malversación? ¿Anne Perry fue una adolescente asesina? Quizá, al principio me empujaba sobre todo una curiosidad algo morbosa. Pero los escritores seleccionados no son interesantes sólo por su biografía. Lo verdaderamente interesante es la relación entre ésta y su obra, cómo en ambas se entrelazan temas como la culpa, las injusticias sociales, la capacidad redentora -o no- de la escritura, la verdad en la ficción, la mentira en la autobiografía, la relación con la propia violencia, su mirada sobre la cárcel, sobre los jueces, sobre otros delincuentes, la impresionante tensión entre lo que dicen y lo que callan... El libro del escritor delincuente se vuelve una nueva sala del tribunal, y el lector el jurado o, en algún caso, un nuevo acusado como miembro de esa sociedad a la que condena el delincuente. En pocas ocasiones une la literatura de forma tan consciente a escritor y lector, no sólo mediante el acto literario, también a través de la confrontación entre sus valores y opiniones." JOSÉ OVEJERO