Los terrores de la infancia, la educación estricta, el proceso de aprendizaje, la aparición de la literatura, las transformaciones del cuerpo, la salida de la casa familiar y los tropiezos del amor están narrados por la protagonista de esta historia con emotivo y sincero orgullo.
«No podía creerlo: la belleza había tocado a mi puerta, y era insípida como aquella inocente zanahoria.»
En este conmovedor relato, «autobiografía falsa» según la autora, una niña nacida en una sociedad que tiene un enorme aprecio por la belleza descubre que es considerada fea. Mientras la religión, la enfermedad, el amor y la muerte van emergiendo de una realidad tal vez más amarga de lo que imaginaba, la protagonista logra sortear esta percepción temprana gracias al estímulo de las palabras y a una innata e imaginativa rebeldía.
¿Qué me hacía indigna de ser amada? Lo primero que se me ocurrió fue mirarme en el espejo. Lo que vi era perfectamente conocido: una niña común y corriente, de nariz chata y frente muy amplia. Hice el ejercicio de volver a cero, de hacer de mi conocimiento tabula rasa, como predicó Descartes, de desconocerme. No lo encontré fácil. Traté de percibirme, entonces. De acuerdo a los epítetos de mis hermanos en las peleas: y sí, era cachetona, sí, era gorda. Mi boca era un corazón minúsculo, mis ojos un par de rendijas iluminadas. Sí, era fea.
Ésta es una novela cargada de humor y del lirismo impecable característico de la prosa de una de las escritoras colombianas más destacadas de nuestros días.