El 16 de septiembre de 2007, unas inesperadas ráfagas de ametralladora disparadas en Bagdad, dejaron un saldo de 17 civiles iraquíes muertos. Esta matanza indiscriminada, conocida como «el domingo sangriento de Bagdad», no fue llevada a cabo por insurgentes iraquíes ni por soldados estadounidenses. Los autores de los disparos pertenecían a una empresa secreta de mercenarios, la Blackwater Worldwide.