Shun#ichi es programador informático y aficionado a fotografiar gatos, y Saeko, su mujer, se encarga de la reposición y el mantenimiento de tres máquinas expendedoras. Se conocieron hace cinco años, cuando eran vecinos, y él se enamoró de su llanto. Desde entonces llevan una vida apacible, hasta que una petición de la hermana de Saeko trastocará su mundo cotidiano. En El año de Saeko, Katayama habla del difícil anclaje de dos seres en el mundo. De su vida diaria, con sus tristezas y alegrías, con sus angustias, con su amor. En definitiva, con su «pequeña felicidad». Y, frente a la vida cotidiana, el autor contrapone la Vida en mayúscula. El ciclo de la vida plasmado en el paso de las estaciones. El hombre como un elemento más de la naturaleza. La concepción que muestra Katayama sobre la vida y la muerte, sobre el paso del tiempo, sobre el simbolismo de las estaciones del año, sus citas al budismo, su alusión constante a los lazos con la espiritualidad y cultura chinas no sólo beben de la estética y espiritualidad japonesas sino que señalan un camino posible para encontrarle un nuevo sentido a la vida.