«Preferiría publicar el libro bajo pseudónimo. No tengo reputación que
perder y si el libro tiene algún éxito siempre podré seguir usándolo.»
Estas palabras de Eric Blair antes de convertirse en George Orwell y
publicar su primer libro, Sin blanca en París y Londres, aducen razones
prácticas que hay que atender, pero todo seudónimo esconde no sólo el
deseo, sino el convencimiento de ser otro. Este rasgo íntimo del
escritor se extiende a toda su obra: la escritura que desvela la
realidad según ese otro inalienable. En Orwell esto es visible en sus
novelas y determinante en sus ensayos.
La selección que aquí se ofrece nos transmite esa mirada independiente,
descreída, a veces tierna y siempre solidaria, que en la desolación de
la primera mitad del siglo XX sólo podía venir de un ser inventado.
Desde Recuerdos de un librero (las vivencias del autor en una librería
de viejo) o Ay, qué alegrías aquellas (becario en un internado) hasta El
león y el unicornio: el socialismo y el genio de Inglaterra, asistimos
al despliegue de un mundo real visto a través de unos ojos inventados.
Lo que veía George Orwell y no hubiera contado Eric Blair.
«Fue dueño de una insobornable honestidad intelectual que le hacía
parecer, a veces, inhumano.»
ARTHUR KOESTLER