La gente habla idiomas distintos, desde siempre. Los antiguos griegos no hacían caso de nada que no se expresara en griego; los romanos hacían hablar latín a todos los demás; y en India, la gente aprendía las lenguas de sus vecinos, como las aprendía también muchos europeos corrientes en el pasado (Cristóbal Colón conocía el italiano, el portugués y el castellano, además de las lenguas clásicas). Pero hoy en día, todos recurrimos a la traducción para hacer frente a la diversidad de idiomas. Sin traducción no habría noticias del mundo, ni largas listas de lecturas de ninguna asignatura en la universidad, ni manuales de reparación para automóviles o aviones, y ni siquiera seríamos capaces de montar un mueble de los que venden en cajas.
Is That a Fish in Your Ear? abarca la totalidad de la experiencia humana, de películas extranjeras a filosofía, para demostrar por qué la traducción está en el centro de lo que hacemos y de quién somos. Entre muchas otras cosas, David Bellos se pregunta: ¿Qué diferencia hay entre traducir unas palabras coloquiales espontáneas y traducir Madame Bovary? ¿Cómo se traduce un chiste? ¿Qué diferencia hay entre una lengua materna y una aprendida? ¿Puede traducirse entre dos lenguas cualesquiera o sólo entre algunas? ¿Qué es lo que sucede en realidad cuando los líderes mundiales hablan enla ONU? ¿Pueden las máquinas llegar a sustituir a los traductores humanos, y, si no, por qué no?
La pregunta más importante que se plantea es la siguiente: ¿cómo sabemos con certeza que hemos comprendido lo que dicen los demás, en nuestro idioma o en cualquier otro? Sorprendente, ingenioso y escrito con gran joie de vivre, este libro trata de nosotros y de cómo nos entendemos.