Corre el año 1741. Inglaterra desea las posesiones de España en las Indias, y no dudará en apostarlo todo a la carta ganadora. Treinta mil hombres y más de cien barcos al mando del almirante Vernon están dispuestos a arrasar las defensas de Cartagena de Indias, la llave de las Américas. Frente a ellos se alzan hombres como Blas de Lezo, Sebastián de Eslava o Carlos Desnaux. Pero es en el campo de batalla donde se decidirá la suerte de los dos imperios. Y allí es donde el aventurero Vivar, informador y soldado al servicio del rey, tiene mucho que decir, y muchas deudas que cobrarse en el invasor inglés. Cínico, desesperado, burlón y suicida las más veces, a través de sus ojos y los de su aliado, el teniente Guillén, se dará cuenta de la guerra que no libraron los generales y coroneles, sino la que tuvo lugar en el barro y la arena de las Indias Occidentales.