Envejecer, morir02026; Ley de vida, dicen. Pero la literatura tiene sus propias leyes, como bien sabe el escritor Henry Bech, que encara la recta final de la vida con el mismo desparpajo de siempre. En esta última entrega de sus desventuras, Bech visita la Praga de antes de la caída del Muro y atisba la peculiar complejidad de un mundo que muere y otro que nace; rememora un antiguo pleito con un representante de Hollywood que lo demanda por llamarle sanguijuela; se convierte en presidente de una apolillada institución cultural; emprende una cruzada contra los críticos que le han macerado a lo largo de los años02026; y se lía con su asesora informática, a la que triplica en edad, y, bien entrado en la setentena, cuando acaba de ser padre02026; le conceden el Nobel. Updike, con la inteligencia y el humor más afilados que nunca, apura la existencia de Henry Bech hasta la última gota de tinta. Esta jocosa celebración de la vida y de la literatura nos asoma a una consoladora intuición: tanto la una como la otra sólo deben tomarse relativamente en serio. Hasta siempre, Bech.