La filosofía, decía Epicuro, debe ser un instrumento al servicio de la vida de los hombres; el conocimiento por sí mismo no tiene ninguna utilidad si no se emplea en la búsqueda de la felicidad.
A esa tarea, a la búsqueda de la felicidad dedica su libro el joven y brillante filósofo Coen Simon, reciente premio Sócrates. No es el cumplimiento de nuestros deseos, afirma, lo que da sentido a nuestra existencia, sino el deseo mismo. Tal vez es esa espera lo que constituye nuestra felicidad.
Con un marcado sentido del humor, Coen Simon se acerca a nuestra cotidianeidad, a través de su propia familia, de los quehaceres y objetos cotidianos. Simon describe por ejemplo su propio sentido de la expectativa, de la espera. Aunque muchas veces estos anhelos puedan ser experimentado como un tormento, tal vez deberíamos aprender a valorarlos más porque el deseo y el anhelo forma a nuestros días. Su juguetona manera de evocar recuerdos personales, nos acerca también a nuestra propia existencia, nos interroga, nos hace partícipes, y nos invita a quedarnos a la espera; la mejor forma de saborear esta felicidad de los pequeños placeres.