Crecimos con la sensación de que todo estaba por hacer, estrenando academias de idiomas, productos light y ordenadores portátiles como símbolos de un tiempo próspero. Todo parecía posible hasta que la gran crisis nos devolvió el principio de la incertidumbre y empezamos a bajarnos el precio a nosotros mismos. Hoy nos consideramos una generación paréntesis: sabemos que hemos vivido mejor que nuestros padres, pero también que nuestros hijos difícilmente conocerán una idea tan eufórica del progreso. No hay punto medio: todo lo que tiembla se elimina. Se anuncia una humanidad low cost, sufrimos de «economitis» y queremos creer que ni el amor ni la felicidad están en crisis, sino tan sólo sus formas. Pero, por otro lado, se fortalece la familia, los amigos se convierten en la gran red que amortigua la caída, activamos nuestro gen solidario y una nueva sensualidad que glori0FB01;ca los sentidos nos da cobijo.
Este libro, una radiografía de los primeros años del siglo XXI, se cuestiona cómo nos ha impactado el momento que vivimos en nuestra forma de pensar y de actuar, cuáles son los motores vitales por los que vale la pena luchar y qué tendencias sociales acabarán por imponerse mientras buscamos el equilibrio entre el mundo de fuera, el mundo de dentro y el mundo que sentimos.