De jóvenes precisamente va aquí la cosa, es decir, de follar, leer, trabajar en precario, de flotar sobre los restos del naufragio, de tener ganas, de mira lo que hay que aguantar, de no tener paciencia y de no aceptar que la tontunez de muchos hace más listos a los que van de listos por la vida.
Los combatientes es, a la vez, el nombre de una pequeña asamblea de indignados, de los que saltan a la comba y de los componentes de un grupo de teatro dentro del cual alguien piensa que solo a través del ridículo se puede dar cuenta de lo que nos está pasando y decide escribir una pieza que humanice (o sea, que ridiculice) a quienes más respecta, empezando por él mismo, siguiendo por sus compañeros de escena y alcanzando a sus maestros literarios. De este modo, y partiendo del viejo principio vanguardista de exaltación de lo joven, los miembros de la compañía hacen de su juventud una rabiosa categoría histórica que los convierte no solo en actores de teatro sino también en actores políticos.
Atención: la historia verdadera que aquí se nos cuenta está basada en hechos ficticios.
Reseña:
«Por el título este libro pudiera parecer un simple manifiesto generacional, pero en realidad se trata de un libro-bomba. Un libro que pretende estallar en el interior del lector, destrozar todos sus pilares maestros y regalar un estridente grito en la Historia a aquellos que nunca serán recordados.»
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