El instinto del arte une dos de las disciplinas más apasionantes y polémicas, el arte y la ciencia evolutiva, lo que la convierte en una obra provocadora que revoluciona nuestra manera de pensar sobre las artes. Según Denis Dutton, los gustos y las preferencias del ser humano por las artes son rasgos evolutivos que se han ido conformando por selección natural. No son «construcciones sociales», tal como habrían defendido la crítica del arte y la teoría académica del siglo pasado, ni tampoco vienen determinados por el entorno cultural. Nuestro amor por la belleza es innato y muchos gustos artísticos son universales, como por ejemplo la preferencia por paisajes que combinan imágenes de agua y de árboles lejanos, pues evocan las sabanas desde las cuales evolucionamos.