Una novela sobre la realidad latinoamericana actual extremadamente afilada, despiadada y al mismo tiempo poética y delicada.
Por más que el derecho a la búsqueda de la felicidad forme parte de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, todo aquel que por edad, sabiduría o gobierno sea consciente de que ni la Lotería ni los Reyes Magos ni las Editoriales Independientes existen, sabe que el deseo de ser feliz es una de las más dañinas armas de destrucción masiva.
Y sin embargo nos preguntamos: ¿es posible no creer en el Paraíso cuando todo a tu alrededor es un Infierno?
-No.
¿Puede una hija adolescente sobrevivir a las ensoñaciones delirantes de una madre insatisfecha y a las enseñanzas de un padre empeñado en sostener las furias y fobias de un trotskismo trasnochado?
-Más o menos pero más bien menos que más. Eso cuenta esta novela.
Porque la adolescencia duele pero es quizás el único momento de la vida en que se está verdaderamente dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias de lo que sea sin un ápice de culpa. Porque Genoveva tiene dieciséis años, estudia en un colegio de monjas y vive, como ella dice, en el Culo del Mundo, en un pueblo de la Latinoamérica profunda donde la modernización está llegando de la mano del narcotráfico. Porque no le gusta lo que ve, no le gusta lo que toca, no le gusta ni la vida que tiene ni la vida que le espera. Y por eso -y por lo otro-, con una voz contradictoria, intensa, impúdica, impávida y casi amoral a fuerza de tanta inocencia que destila, nos cuenta sus secretos y sus anhelos y los claroscuros de una espiritualidad crédula dispuesta a creer en lo que sea con tal de salir del aquí para llegar vete tú a saber dónde.
Reseñas:
«Una mirada indiscreta al mundo adolescente, como leer a escondidas las tribulaciones de una quinceañera. Una Ana Frank de los 80 en un mundo rural latinoamericano avasallado por el narcotráfico.»
Clara Morales, El País, Cultura
«Leí 98 segundos sin sombra cuando era todavía un manuscrito y no tenía nombre; [...] Acabo de releerla, en la versión finalísima que ha publicado Caballo de Troya, y he tenido la misma sensación de sobrecogimiento que tuve la primera vez. Solo que, tratándose de una relectura, la experiencia es mucho más que una confirmación, [...] ha sido un arponazo limpio, que me ha dejado herida por días.»
Magela Baudoin, Los Tiempos
«Tras la agenda que Genoveva Bravo Genovés muestra al mundo, se esconde el diario de una adolescente incapaz de definir su complejidad emocional, pero provista de un raciocinio más que suficiente para reconocer su falta: un lugar en el mundo.»
Antonio Cardentey Levin, revista Literaria Tierra de Letras