Tony Pagoda es un cantante melódico con mucho pasado a cuestas. El suyo ha sido el escenario de una Italia florida y desquiciadamente feliz. Ha tenido talento, dinero, mujeres. Y además ha conocido a personajes extraordinarios y miserables. Y ahora es como si una desenfrenada sabiduría se liberara de él. Tiene palabras para todo el mundo y revela cuál es la sustancia de los hombres. Cuando la vida empieza a complicarse, Pagoda hace una breve gira por Brasil y decide quedarse allí. Pero la cosa no ha terminado. Tras dieciocho años de exilio alguien está dispuesto a firmarle un cheque estratosférico para que regrese a Italia. Una primera novela que ha hecho evocar los nombres de Gadda y de Céline. «También los críticos literarios sueñan. Sueñan que un día reseñarán una bella novela como El zafarrancho aquel de via Merulana o El aprendizaje del dolor de Gadda o Viaje al fin de la noche de Céline. Como si fueran libros publicados actualmente, en 2010, y no en 1957, 1963 o 1932. Los críticos literarios sueñan que lo mejor todavía está por llegar. Hoy, el sueño se ha cumplido. La bella novela como El zafarrancho aquel (obviamente, quien escribe es plenamente consciente de que la responsabilidad crítica, como la penal, es personal) se titula Todos tienen razón02026; Tony Pagoda es el más grande personaje de la literatura italiana contemporánea» (Antonio D02019;Orrico, Corriere della Sera). «Esta primera novela de Sorrentino puede recordar el rasgo grotesco y desenfrenadamente caricaturesco de Il divo [la película que dirigió], pero en plena función de otros códigos expresivos, bien reconocibles» (Renato Minore, Il Messaggero) «Inevitable la referencia a Céline, a su petite musique, a su apocalíptica visión del mundo» (Felice Piemontese, L02019;Unità) «Sorrentino no es un director que escribe un libro, sino un escritor que es también director... Sólo el mejor Ammaniti puede hacer frente a esta historia intensa y al mismo tiempo popular» (R. Astremo, Quotidiano di Puglia-Brindisi). «La primera novela de Paolo Sorrentino podría ser complemento ideal 02013;un buen programa doble literario02013; de Que empiece la fiesta de Niccolò Ammaniti02026; Sorrentino deja claro que no sólo es un cineasta de primera, sino que también tiene madera de gran escritor, de autor capaz de hacer emerger la estructura profunda de su época02026; Sorrentino demuestra que el estado actual de las cosas no es nada más que la degradación residual de una mitología cinematográfica: la Italia de La dolce vita» (Jordi Costa, El Punt / Avui). «Una novela redonda. Una novela que perdura y palpita02026; Todo condimentado con una voz narrativa vibrante, en un trabajo con la lengua donde la jerga callejera se mezcla con el discurso culto y que le ha merecido ser comparado, como señala la faja, con Carlo Emilio Gadda» (Diego Gándara, La Razón). «Un magnífico texto y así lo ha reconocido la crítica italiana cuando se publicó02026; Sorrentino es sangre y guiño, absurdo, emocionado, humano y podría seguir poniendo adjetivos hasta terminar sin empezar. El lector no lo dudará» (Antonio Garrido, Sur). «Magnífica primera novela. ¡Qué salvaje, qué bestia, qué putero, qué divertido, qué serio, qué cocainómano, qué profundo, qué cínico! ¡Qué bueno el muy cabrón!... Ni Ammaniti ni Sorrentino no son para espíritus pacatos, que miran hacia otro lado cuando se habla de mierda o drogas o violencia o sexo. Son escritores salvajes para lectores salvajes. A Roberto Bolaño 02013;cierro los ojos e invoco su espíritu02013; le habrían encantado» (Javier Puebla, Cambio 16). «Con Il divo Sorrentino demostró que era uno de los guionistas y directores italianos más ingeniosos y ácidos de su generación. Ahora se descubre también como un narrador genial, sarcástico y con un punto grotesco02026; Como ocurre con Il divo, ésta es también una obra que requiere su tiempo para disfrutarla» (Javier Márquez Sánchez, Esquire). «Sorrentino con Todos tienen razón, galardonada con el prestigioso premio Fiesole Narrativa Under 40, se ha impuesto inmediatamente como un gran escritor y ha contado con muchísimos lectores02026; Sorrentino se presenta como un escritor irreducible y salvaje, un viajero observador, cáustico y sin compasión. El resultado es una novela demoledora sobre la condición humana» (José Antonio Aguado, Diari de Terrassa). «Guiñolesca y fragmentaria, la novela cuenta la historia de Tony Pagoda, un 0201C;crooner0201D; napolitano aficionado a los anillos de oro, las mujeres, la cocaína y las opiniones aplastantes02026; El mayor atractivo está en la construcción de Pagoda. Las mejores páginas se corresponden con sus filosofías, sus ideas sobre el paso del tiempo, el éxito, Italia y la condición humana» (P.M. Zarracina, El Correo). «Director de cine 02013;suya es la genial y esperpéntica biografía de Giulio Andreotti Il divo02013; Sorrentino debuta en la literatura con esta obra cuyas claves no se alejan de su mundo cinematográfico y su escritura remite a los grandes del género, de Céline a Gadda» (El Ideal Gallego). «Un divertido y profundo retrato del hombre actual. Laureada y elogiada por la crítica y lectores, el debut del director italiano no podía ser más brillante» (Faro de Vigo). «Una prosa obscena, nerviosa, densa. Un ritmo embriagador. Unas frases que son como puñetazos02026; Resumiendo, una primera novela que azota y que despierta. Y nos deja con la boca abierta. Exactamente lo que deseaba su autor» (Florence Noiville, Le Monde). «Una primera novela apabullante. Como en sus películas, Sorrentino impone su ritmo, sus imágenes y sobre todo su estilo. Una prosa abrasiva, rápida y ágil, puesta al servicio de un personaje subido de tono02026; Cantante, el narrador de Sorrentino actúa en Nueva York e incluso conoce a Frank Sinatra02026; Todos tienen razón ha sido todo un éxito en Italia y le ha valido unas críticas ditirámbicas» (Alexandre Fillon, Lire). «Una divertida, irónica y a veces disparatada narración-reflexión, de ritmo frenético, en la que aparece ajustar cuentas con muchas realidades» (Eusebio Val, La Vanguardia). «Disfrutaréis realmente de la ironía y el humor nostálgico a la manera italiana de toda la vida, con un toque neorrealista» (Rafael Vallbona, El Mundo).