Lisbeth Salander se ha ido de Estocolmo. Trata de no contestar a las llamadas ni a los mensajes de Mikael, que no entiende por qué ha desaparecido de su vida sin dar ningún tipo de explicación. Mikael vive buenos momentos en Millennium, con las finanzas de la revista saneadas y el reconocimiento profesional de los colegas. Ahora trabaja un reportaje sobre el tráfico y la prostitución de mujeres del Este.
Las vidas de los dos protagonistas parecen haberse separado por completo, pero entretanto... una muchacha, atada a una cama, soporta un día tras otro las horribles visitas de un ser despreciable y, sin decir palabra, sueña con una cerilla y un bidón de gasolina, con la forma de provocar el fuego que acabe con todo.