No sería de extrañar que usted, por ejemplo, lector ocasional de libros especulativos como éste, se encontrara con que, según Gilles Deleuze, 0201C;el carácter único de Spinoza consiste precisamente en que él, el más filósofo de los filósofos, enseña al filósofo a prescindir de la filosofía0201D;.
Baruch de Spinoza nació en 1632 en Amsterdam, en una familia de comerciantes acomodados de origen portugués. Gracias al latín, accedió a los escritos de los pensadores que habían contribuido al gran renacimiento del saber en el siglo anterior, y, muy pronto, a su mente de hombre lúcido le pareció ya imposible respetar los límites de la ortodoxia que le imponía la comunidad judía a la que pertenecía. 0201C;El más grave error de la teología0201D;, escribía, 0201C;es el haber desatendido y ocultado la diferencia entre obedecer y conocer, el de hacernos tomar los principios de obediencia por modelos de conocimiento0201D;.
Naturalmente, quien así piensa, ayer como hoy, háblese de teología o de cualquier doctrina o ideología, acaba teniendo que elegir el aislamiento, sin honores ni cátedras.
La obra de Spinoza no es voluminosa, pero sí profundamente perturbadora. Como dice Deleuze, 0201C;un libro explosivo, nunca pierde su carga explosiva0201D;. De ahí que la Etica, que Spinoza empezó a escribir en 1663 y no se publicó hasta después de su muerte en 1677, y el Tratado teológico-político, que publicó anónimamente en 1670, sean obras que hasta hoy suscitan toda suerte de anatemas, debates e incluso maldiciones.
El objetivo de este libro, Spinoza : filosofía práctica, en forma de pequeño diccionario holandés, es el de ir introduciéndonos paso a paso en su universo ontológico, en el que es imprescindible moverse, como él, con la máxima libertad de pensamiento.