Hay lecturas que nos acompañan a lo largo de la vida. Textos que nos reflejan, iluminan o inspiran hasta el punto de que la emoción que nos producen acaba transformándolos en una «fuente de consuelo y sabiduría». Ése es el acercamiento que propone el prestigioso periodista, escritor y enólogo Harry Eyres a la obra de Horacio, el poeta clásico.
Combinando con sutileza su propia deriva biográfica con la del poeta, estableciendo paralelismos entre la Roma del siglo I a.C. y el mundo actual, Eyres retrata al hijo de esclavo liberto que llevaría la lírica latina a su cénit con una vívida riqueza de matices. Horacio se vuelve cercano, sorprendentemente contemporáneo, no sólo por las sentencias que le han hecho popular 02013;«carpe diem», «dulce et decorum est pro patria mori»02013; sino por su defensa de la amistad 02013;Virgilio y Mecenas se contaban entre sus amigos 02013;, de los pequeños placeres y de la vida tranquila en el campo 02013;«beatus ille»02013;, por su canto al vino humilde y su disposición a renunciar a prebendas para conservar su libertad02026;, pero también por su mal genio y su a veces exacerbada ironía.
Hombre complejo y leal, puede que Horacio nunca pretendiera ser un maestro, pero es mucho lo que se puede aprender de él, porque, como hace Eyres, siempre se puede recurrir a sus versos, «más duraderos que el bronce», como si se buscaran las palabras de un amigo.