No existe biblioteca sin una antología de Antonio Machado, ni memoria lectora que no guarde como muleta alguno de sus versos. Es la suya una poesía sobre la vida, más allá del arte: es la literatura como parte de la vida.
Y, en su sencillez y proximidad, sus versos permanecen a nuestro lado. Pero Machado es mucho más; sobre pocos escritores españoles hay tanta unanimidad a la hora de valorar también su trayectoria personal, hasta configurar como una categoría definida, machadiana, el mismo adjetivo «bueno» en los términos en los que él lo escribió: «SOY, EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA, BUENO». Sin duda, su propia vida y esa coherencia con sus ideas, con sus poemas, constituye su verdadero legado, un legado que ha perdurado a lo largo de los años. El mundo mago sigue la vida y la obra de Antonio Machado para hablarnos de amor, de la melancolía por la infancia, de la soledad, del compromiso, de la pérdida, de la felicidad o de la humildad. Elena Medel nos habla, al fin y al cabo,
de nosotros; muestra como el poeta puede acompañarnos y guiarnos en nuestro día a día, convencidos de que todo lo que se nos ocurra ya lo escribió él.