Dos colecciones de cuentos hilvanados con una mezcla inimitable de fiereza en las acciones y extrema belleza en el lenguaje, ese milagro del que solo Venturini es capaz.
«Quizá tras aquel manuscrito se escondía César Aira camuflado de loca faulkneriana», arriesgaba Enrique Vila-Matas al hablar del proceso que llevó a Las primas, de Aurora Venturini, a triunfar por sobre seiscientos originales en el Premio Página/12 de Novela, certamen que buscaba «una narración osada, innovadora y joven». Venturini tenía ochenta y cinco años cuando ganó el premio, pero era y sigue siendo la
más osada, la más innovadora, la más joven narradora argentina.
Cinco años después de aquella revelación, Venturini renovó sus lauros con esta espléndida, vidriosa colección de cuentos, dividida en dos y fundida en una única manera de entender la literatura y la vida: como una sucesión de sombras, que a veces son fantasmas y otras amenazas, interrumpida muy brevemente por parpadeos de una luminosidad que lastima.
«Lo real, objetivo, visto, oído, palpado, husmeado, posee aprontes extraordinarios que penetran imaginación y razón pura del escritor. Nadie crea algo absolutamente original. Cualquier aparente subjetividad arranca de la patética e incorruptible realidad. Fija, impenetrable. Todo ya ha sido puesto en el universo temible, impreciso.»
Aurora Venturini