«A la gente le gusta sentir. Sea lo que sea», escribió Virginia Woolf. ¿Cómo vamos a desear sentir en abstracto, cuando sabemos que algunos sentimientos son terribles, crueles, perversos o insoportables? Pues así es. Nos morimos de amor, nos morimos de pena, nos morimos de miedo, nos morimos de abur...
«A la gente le gusta sentir. Sea lo que sea», escribió Virginia Woolf. ¿Cómo vamos a desear sentir en abstracto, cuando sabemos que algunos sentimientos son terribles, crueles, perversos o insoportables? Pues así es. Nos morimos de amor, nos morimos de pena, nos morimos de miedo, nos morimos de aburrimiento, y, a pesar de la eficacia letal de nuestros afectos, la anestesia afectiva nos da pavor. Somos inteligencias emocionales. Nada nos interesa más que los sentimientos, porque en ellos consiste la felicidad o la desdicha. Actuamos para mantener un estado de ánimo, para cambiarlo, para conseguirlo. Son lo más íntimo a nosotros y lo más ajeno. No sentimos lo que querríamos sentir. Somos depresivos cuando quisiéramos ser alegres. Nos reconcomen las envidias, los miedos, los celos, la desesperanza. Desearíamos ser generosos, valientes, tener sentido del humor, vivir amores intensos, librarnos del aburrimiento, pero nos zarandean emociones imprevistas o indeseadas. Incluso un sentimiento tan tranquilo como la calma, nos «invade». Podría leerse la historia de nuestra cultura como el intento de contestar a una sola pregunta: ¿Qué hacemos con nuestros sentimientos? El autor cree que, ante todo, conocerlos. Para ello se interna en el laberinto sentimental, con la colaboración de la psicología más actual y de la filosofía de todos los tiempos. Encuentra pasiones violentas y afectos tranquilos, sentimientos próximos y emociones exóticas. Estudia cómo el niño construye su mundo sentimental, y cómo el adulto se encuentra viviendo en una casa tal vez inhabitable. En el laberinto se tropieza con ilustres visitantes: Rilke, Kafka, Proust, Sartre, Rimbaud, Kierkegaard, Don Nepomuceno Carlos de Cárdenas, y un misterioso personaje llamado G.M. Las conclusiones son sorprendentes. Es posible elaborar una ciencia de los sentimientos, sin necesidad de congelarlos. Los sentimientos son mensajes cifrados, cuya interpretación nos permitiría conocer la ignorada textura de nuestro corazón. «Son los portillos por donde se nos muestra el alma», escribió Gracián. Un sentimiento es la holografía de nuestra personalidad. Todos los grandes asuntos de la psicología giran alrededor de este tema: el conocimiento, el deseo, los proyectos, el carácter, la acción. Por ello la ciencia sentimental es también una ciencia práctica. Los hombres han querido siempre cambiar, dominar, mejorar su estado afectivo. ¿Es eso posible? ¿Es conveniente? Resulta que queriendo estudiar la vida emocional, el autor dice haber encontrado el origen de la ética, que no es más que la inteligencia puesta al servicio de la afectividad.
Aquest lloc web emmagatzema dades com galetes per habilitar la funcionalitat necessària de el lloc, inclosos anàlisi i personalització. Podeu canviar la seva configuració en qualsevol moment o acceptar els paràmetres per defecte.
Les galetes necessàries ajuden a fer una pàgina web utilitzable activant funcions bàsiques com la navegació a la pàgina i l'accés a àrees segures de la pàgina web. La pàgina web no pot funcionar adequadament sense aquestes galetes.
Personalització
Les galetes de personalització permeten a la pàgina web recordar informació que canvia la forma en què la pàgina es comporta o l'aspecte que té, com el seu idioma preferit o la regió en la qual vostè es troba.
Anàlisi
Les galetes estadístiques ajuden als propietaris de pàgines web a comprendre com interactuen els visitants amb les pàgines web reunint i proporcionant informació de forma anònima.
Marketing
Les galetes de màrqueting s'utilitzen per rastrejar als visitants en les pàgines web. La intenció és mostrar anuncis rellevants i atractius per a l'usuari individual, i per tant, més valuosos per als editors i tercers anunciants.