Una novela breve con la que Juan Marsé rinde un espléndido homenaje a la memoria y a la felicidad, unas palabras viejas que en manos del gran maestro de repente parecen nuevas, como acabadas de estrenar.
Es un día cualquiera de un verano de finales de los años ochenta, y Bruno, con quince años recién cumplidos, sube a desgana los peldaños de una escalera; arribar, en el segundo pido, le espera la señora Pauli, una viejecita que aún lleva los labios pintados de carmín...
Bien mirado, hoy no es un día cualquiera, porque la señora Pauli ha tenido una gran idea: lanzar aviones de papel cargados de buenas noticias desde su balcón. Abajo, en la calle, están Oskar y Jan, dos hermanos como dibujados en blanco y negro, y a su alrededor unas calles que pertenecen al pasado pero están más vivas que nunca.