Prólogo de Manuel Rodríguez Rivero
Traducción de Antonio Iriarte
«Desde que, a partir del siglo XII, se introdujo el derecho romano, los errores legales más escandalosos se convirtieron en fuente inagotable de relatos, que se transmitían al calor de la lumbre de generación en generación.
Martin Guerre, el joven granjero que, hacia 1552, abandonó a su esposa para regresar a su hogar muchos años más tarde, cuando ya había sido dado por muerto, suscitó con su vuelta un célebre caso de usurpación de identidad.
En una época en la que aún quedaban muy lejos los modernos procedimientos para fijar sin dudas razonables la identidad jurídica de las personas -las huellas digitales, las fotografías, el ADN-, los procesos en torno a problemas de suplantación de personalidad tenían que ser por necesidad prolijos y basados, sobre todo, en las declaraciones de los testigos y familiares de los protagonistas.
En el caso Martin Guerre declararon varios centenares, a favor y en contra de cada uno de los "dos" Martin Guerre. Janet Lewis utiliza el largo y complicado proceso para plantear los profundos dilemas morales que el regresado Martin Guerre y la repentina aparición del otro que para sí reclama su identidad, suscitan. En primer lugar, en Bertrande de Rols, la esposa desgarrada entre el amor y la rígida moral católica en que había sido educada, y, en segundo, en los familiares, amigos y allegados del protagonista.
La mujer de Martin Guerre es la penúltima -y quizás la más perfecta- destilación literaria de una historia legal contada muchas veces a lo largo de los siglos, hasta convertirse en una fábula repleta de resonancias que conecta con ansiedades de los hombres y mujeres de todos los tiempos: los abismos de la identidad y la culpa, del deseo enfrentado a la verdad, del anhelo de pertenencia.
Ahora es el lector quien tiene la palabra.»
Del Prólogo de Manuel Rodríguez Rivero
Blog de Javier Marías:
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