La «alteridad» de la literatura medieval respecto a la contemporánea afecta no solo a su diferente transmisión, en la que confluyen «oralidad» y «escritura», sino a la diversa concepción del discurso literario ante el que de nada sirven las nociones de autoría y originalidad temática. La escasez de obras conservadas, y los ecos literarios derivados de la coexistencia entre cristianos, moros y judíos, acentúan todavía más la singularidad de nuestra literatura medieval. En este volumen 02013;sin descuidar la atención a las grandes obras maestras, se ha pretendido ahondar en estos aspectos como un medio para contextualizar el panorama histórico, en el que se combina la cronología con la agrupación genérica, para romper así con la ordenación más convencional. De este modo, por ejemplo, el estudio conjunto de los tradicionales «mester de juglaría» y «mester de clerecía» permite destacar sus semejanzas, o el recorrido por la poesía cortesana, la lírica tradicional y el romancero subraya que estas dos últimas formas no hubieran sobrevivido sin haber sido adoptadas por las minorías cultas de la corte.