El 23 de septiembre de 1963, en el pueblo siciliano de Roccacolomba, fallece la Mennulara, así llamada por haber sido en su niñez una hermosa recogedora de almendras. Su vida, hasta el día mismo de su muerte, la dedicó a servir con una lealtad rayana en lo enfermizo a los acaudalados señores Alfallipe. Pero ¿cómo se explica que con el tiempo se convirtiera en administradora de los bienes de sus amos? ¿Y por qué éstos se resisten en un principio a cumplir sus últimas voluntades? En el pueblo no tardan en desatarse los chismorreos: unos la maldicen, otros la veneran. Como piezas de un rompecabezas, esas voces van dando forma a la imagen fragmentada de la Mennulara, para componer poco a poco el espléndido retrato de una mujer inolvidable. Y mientras va desvelándose el misterio que la envuelve, su figura emerge, poderosa, en un universo rural y opresivo, inmóvil en apariencia, donde luchan un pasado que se resiste a morir y una modernidad que no acaba de llegar.