Tracy Chevalier evoca la vida cotidiana en el siglo XVII holandés en esta hermosa novela sobre el despertar a la vida y al arte.
¿Quién es esa muchacha que parece sonreírnos, bajo un complicado tocado azul, con una perla como único adorno? La modelo que utilizó Johannes Vermeer en uno de sus cuadros más famosos y admirados es un misterio que Tracy Chevalier tomó como punto de partida para escribir una de las mejores novelas históricas de nuestro tiempo: La joven de la perla.
En ella Griet, una muchacha holandesa de dieciséis años, entra a formar parte del servicio del afamado pintor Johannes Vermeer. Allí, seis niños malcriados campan por sus respetos bajo la volátil mirada de Catharina -la mujer del pintor-, su madre -Maria Thins-, y un ama de llaves -Tanneke- leal a las dos mujeres que regentan la casa. Griet tiene una manera particular, llena de devoción, de mirar lo que la rodea. Una sensibilidad que, a pesar de la distancia que marca la educación y la clase social, coincide con la de Vermeer. Algo que él ha percibido y que le ha llevado a introducirla en su mundo de artista. La intimidad que crece entre ambos, los rumores que proceden de la envidia, la lujuria de Van Ruijven, mecenas del pintor, y los celos de las mujeres harán que, tarde o temprano, llegue el escándalo.
La crítica ha dicho...
«Tracy Chevalier es una narradora sutil y sabia. Sabe que es necesario crear personajes llenos de vida para seducir al lector.»
El Mundo
«Una joya de novela.»
Time
«Desde la primera página, el lenguaje descriptivo y rico en matices de Chevalier transporta al lector al mundo de Griet. Una brillante y espléndida novela.»
The Wall Street Journal
«A través del detalle, Chevalier introduce al lector en el mundo del cuadro, en el ambiente de la obra maestra que explora: emotivo, misterioso y, en ocasiones, insoportablemente conmovedor. Es tan intenso que el lector casi puede sentirlo.»
Times
«Una novela absorbente... Con su excepcional talento narrativo y su conocimiento del siglo XVII en la ciudad holandesa de Delft, Chevalier crea un mundo que recuerda a un interior de Vermeer: suspendido en un preciso instante, trasciende el tiempo y el espacio.»
The New York Times