No por repetido deja de ser cierto: “Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla”. La ciudad envuelve y cautiva al visitante con una mezcla de belleza y sentimiento. Sus monumentos, como la imponente catedral gótica, epicentro de uno de los cascos antiguos más extensos de Europa, son la perfecta puesta en escena para una ciudad que eclosiona en primavera y disfruta de la calle como ninguna otra.