Al comandante Horacio Dos le ha sido asignada una incierta misión en atención a su incompetencia y desfachatez. Como jefe de una estrafalaria expedición, surcará el espacio en condiciones extremadamente precarias junto a los peculiares pasajeros de su nave -los Delincuentes, las Mujeres Descarriadas y los Ancianos Improvidentes-. En este viaje, que les deparará incontables aventuras, habrá paternidades y filiaciones secretas, espectáculos cortesanos que ocultan una realidad cutre y desportillada, luchas por sobrevivir de pillos y buscavidas, y mucho susto y sorpresa.
¿Un relato futurista? ¿Una alegoría satírica? ¿Una novela de género? Ninguna de estas tres cosas aisladamente, y al mismo tiempo todas ellas: El último trayecto de Horacio Dos, la nueva novela de Eduardo Mendoza. Una divertidísima y muy sabia fabulación que participa de la ironía, de la parodia, del folletín y de la picaresca y que, en un recorrido sideral, nos lleva a descubrir nuestra propia condición tras una galería de máscaras muy humanas.
Al igual que en Sin noticias de Gurb, el género al que cabe adscribir El último trayecto de Horacio Dos es la ciencia ficción y la forma narrativa adoptada se acerca al diario de a bordo. Pero si en Sin noticias de Gurb dominaba la sátira basada en el disparate, aquí coexiste con otras modalidades narrativas que la relacionan con el que podría llamarse «género Mendoza», reconocible de inmediato desde La verdad sobre el caso Savolta. Lo que por encima de todo se impone es la extraordinaria inventiva verbal de Mendoza, la frescura y el arte de la palabra, don del verdadero narrador nato.