Por fortuna, John Updike es ya un habitual de nuestro catálogo, pues cada uno de sus libros depara una grata sorpresa: si en Hacia el final del tiempo (Andanzas 393) ambientaba la acción en el año 2020 y nos brindaba así una compleja metáfora de la sociedad que se nos avecina, en Gertrudis y Claudio, reyes de Dinamarca, recrea ni más ni menos que el turbulento y a la vez apasionante mundo de las sagas nórdicas en que siglos más tarde William Shakespeare se inspiraría para escribir la tragedia de Hamlet.
La tragedia Hamlet, de Shakespeare, comienza cuando el espectro del rey de Dinamarca, que acaba de morir asesinado por su hermano Claudio, se le aparece a su hijo Hamlet clamando venganza. Updike, en cambio, se remonta en la leyenda y nos adentra en un drama anterior, el de la pasión de Claudio por Gertrudis, esposa del rey asesinado y madre de Hamlet. La joven princesa Gertrudis, obedeciendo órdenes paternas, se había casado sin amar a su futuro marido y no pudo evitar enamorarse perdidamente de su melancólico y soñador cuñado. Durante trece años Claudio y Gertrudis, locos de amor, reprimieron la explosión de sus sentimientos. Envueltos en la envidia, los celos desgarrados y las indecisiones, pudo más la pasión. Al contarnos el origen de la tragedia hamletiana, Updike arroja irónicamente una luz nueva no sólo sobre el hosco resentimiento de Hamlet, sino también sobre las razones que condujeron a gente tan docta y sabia a una sucesión de muertes irracionales.