Una obra íntima con una fuerte carga autobiográfica. Eliseo Alberto parte de una novela que su padre, el gran poeta Eliseo Diego, dejó inconclusa.
«Diez años después de la muerte de mi padre, yo volveré a su pueblo abandonado.
Lo haré por él, por mamá, por mis hermanos, por mí.»
Este es un libro íntimo, lleno de nostalgia y de ternura. También es un libro doblemente póstumo. Eliseo Diego murió en México en 1994; varios años después, su hija Fefé encontró en su casa de La Habana las páginas iniciales de la primera novela del insigne poeta. Una obra datada cincuenta años antes de que muriera, y que su hijo -Eliseo Alberto- se propondría terminar. Pero la muerte también lo alcanzó pronto.
La novela de Eliseo Diego, apenas un comienzo, es la obra de un poeta: las palabras pesan más que los acontecimientos. Y este libro, la obra de Eliseo Alberto entretejida en torno a la de su padre, es un híbrido. Eliseo Alberto supo llevar su prosa al lugar donde el dolor por la muerte de su padre más lo necesitaba. La crónica tiene la belleza de la fatalidad. El resto, las viñetas de La Habana y la poesía, lleva al lector a vericuetos del alma en los que resulta imposible no sonreír.
«Considerado uno de los mejores narradores de su generación, [Eliseo Alberto] logró exorcizar los demonios del exilio y construir una relación de amor-amor con Cuba.»
Elisabet Sabartés, La Vanguardia