«Las plantas se murieron, la leche se cuajó y mis hijos se volvieron salvajes mientras yo sucumbía a la magia aterradora de La casa del callejón. Es una historia delirantemente imaginativa, espeluznante y -aunque retrata otro mundo- maravillosamente humana sobre una casa embrujada.»
Gillian Flynn (autora de Perdida)
En un estrecho callejón, junto a un pub de barrio, en Londres, encontrarás un pequeño portón de hierro negro empotrado en una tapia de ladrillo. No tiene pomo, ni cerradura, ni rendijas junto a los bordes, pero si pones la mano encima la puerta se abrirá. De pronto estarás mirando un jardín en pleno esplendor, iluminado por el sol, y al fondo verás una antigua casa cubierta de hiedra, demasiado imponente para este barrio obrero y extrañamente grande a juzgar por el espacio que ocupa entre dos calles. Sus residentes te darán la bienvenida y te invitarán a entrar. Al principio no querrás irte. Más tarde descubrirás que en realidad no puedes. ¿Qué ocurre allí dentro? La respuesta te espera al final de las escaleras...
A partir de una trama intrincada, David Mitchell construye un escalofriante relato que va mucho más allá del habitual cuento de terror con casa encantadas para arrastrar al lector hacia un final sorprendente, muy al estilo de este imaginativo genio literario.
Reseñas:
«Devoré esta novela en una noche. Gran trabajo imaginativo, lleno de velocidad narrativa, es un Drácula para el nuevo milenio, un recordatorio de cuán divertida puede ser la ficción.»
Anthony Doerr (autor de La luz que no puedes ver)
«La casa del callejón es una de las novelas más placenteras y delirantemente aterradoras que he leído en siglos.»
The Guardian
«Un placer diabólico. Mitchell tiene algo de hechicero.»
The Washington Post
«Bien planteada, con suspense y aun así cálidamente humana. Un gran relato de miedo para adultos.»
The Huffington Post
«Entretenidamente extraña. Recurrimos a Mitchell por sus palacios laberínticos que cosquillean en el cerebro, por la construcción de los personajes y el lenguaje.»
Chicago Tribune
«Un Stephen King febril. Maniáticamente imaginativo.»
The Guardian