VERDADERO BARBA-AZUL

0201C;No soy un filósofo, dijo Georges Bataille, 0201C;sino un santo, tal vez un loco0201D;. Y añade Mario Vargas Llosa en su prólogo: 0201C;(Bataille) es demasiado fúnebre, feroz e irreductible a fórmulas simples para ser popular. Resonará todavía, pero ante auditorios de marginales y de inconformes, igual que la voz de esos 0201C;malditos0201D; que él tanto escuchó0201D;.

0201C;Gilles de Rais fue un monstruo absoluto sólo en la leyenda; en la realidad fue, también, un temerario Mariscal que luchó por Francia junto a Juana de Arco y un católico que, aun en sus momentos de bestialidad más sanguinaria, conservó la fe0201D;. Las orgías de Gilles de Rais en las que, tras secuestrar a los niños de la vecindad, los sodomizaba y los degollaba, las grotescas ceremonias de medianoche que organizaba en los claros del bosque convocando al demonio, el gran espectáculo de su arrepentimiento final con la multitud en llanto que lo acompañó a la hoguera no podían dejar de fascinar a Georges Bataille. 0201C;Los crímenes de Gilles de Rais, dice, son los del mundo en que los cometió0201D;: la sociedad medieval que confería a la nobleza un derecho ilimitado para la materialización de sus deseos. Entre guerras y torneos, el noble Gilles de Rais conocía largos períodos de ocio que ocupaba en prolongar, para su placer personal, las atrocidades que cometía en los campos de batalla.

Hoy en día, Gilles de Rais es recordado en Francia como Barba Azul, una leyenda. Pero este personaje siniestro existió y Georges Bataille advierte que aún hoy, en cada uno de nosotros puede haber 0201C;amordazado y sujeto por las convenciones de la comunidad que nos rodea0201D; un pequeño Gilles de Rais 02013; Barba Azul.