Los relatos ejemplares con personajes animales desde la Antigüedad, han tenido una importancia capital para la formación humanística y ética en Occidente. Las fábulas, en sus orígenes, debieron de ser narraciones de carácter mitológico en las que los protagonistas eran totémicos; parte de esa tradición es aún reconocida en obras clásicas como las Metamorfosis ovidianas, en las que se relacionan deidades antropomorfas y zoomorfas para poner de manifiesto las identidades de sus potencias.
Pero ya en la Grecia antigua, los relatos animalistas míticos perdieron su contenido religioso y se convirtieron en un ejercicio retórico, cuyos caracteres esenciales eran la brevedad y la lección moral. En Castilla, durante la Edad Media, como en el resto de Europa, la fábula fue fundamental para la enseñanza y la creación de obras literarias; los animales continuaron poblando los libros.
Nuestra antología se propone abarcar las fábulas principales en prosa del siglo XIV español: las incluidas en el Libro del caballero Zifar, en el Conde Lucanor (que contiene un auténtico “esopote manuelino”) y en el Libro de los gatos.